Puerto Príncipe.- La intensificación de la violencia de pandillas podría agravarse y también amenaza con complicar los esfuerzos políticos para que la nación se recupere del asesinato del presidente Jovenel Moïse cometido hace unos días.

Estas pandillas de Haití han sido financiadas desde hace tiempo por poderosos políticos y sus aliados, y muchos de ellos sienten que están perdiendo el control de los grupos armados que cada vez son más fuertes.

Incluso han desplazado a miles de personas de sus viviendas mientras libran luchas territoriales, matan civiles y allanan almacenes de comida.

Actualmente, el gobierno de Haití está desorganizado: no hay Parlamento, ni presidente, existe una disputa en torno a quién es el primer ministro y su cuerpo policial es débil.

Sin embargo, las pandillas parecen estar más organizadas y fuertes que nunca. Aunque la violencia se ha concentrado en la capital Puerto Príncipe, ha afectado la vida a lo largo y ancho de Haití.

A tal extremo, que han, paralizando la frágil economía, cerrando escuelas, abrumando a la policía e irrumpiendo las labores para luchar contra la pandemia de COVID-19.

Algunos entrevistados dijeron que “son refugiados y exiliados en nuestro propio país”. Las pandillas han robado recientemente miles de sacos de azúcar, arroz y harina, además de que han saqueado y quemado casas en la capital.

Esto según los quejosos, ha provocado que miles de personas busquen refugio en iglesias, campos, donde el gobierno y los donantes internacionales batallan para alimentarlos y encontrarles un alojamiento a largo plazo.

Entre los desplazados hay personas discapacitadas que se vieron obligadas a huir el mes pasado cuando las pandillas prendieron fuego a un campamento donde se habían asentado luego de resultar heridos en el catastrófico sismo de 2010.

Se informó que las pandillas están financiadas en parte por políticos poderosos, una práctica denunciada recientemente incluso por uno de sus supuestos beneficiarios: Jimmy Cherizier, un expolicía que dirige una coalición de bandas conocida como G9 Familia y Aliados.

Actualmente, el epicentro de la violencia de pandillas es Martissant, una comunidad en el sur de Puerto Príncipe cuya principal carretera conecta la capital con el sur de Haití.